lunes, 13 de julio de 2015

Pablo Hernández Coronado, una vida dedicada al balompié


Una de las figuras más relevantes del fútbol español durante buena parte del siglo XX fue a lo largo de su vida jugador, árbitro, secretario técnico, crítico deportivo, entrenador, directivo y seleccionador nacional. Hombre de carácter afable, astuto, ingenioso y algo excéntrico, vivió 100 años aunque poco a poco ha ido cayendo en el olvido.

Su idilio con el balompié empezó desde muy pequeño cuando jugaba en el patio del colegio Cardenal Cisneros. Guardameta sobrio y de buena colocación, el primer equipo del que formó parte fue el Stadium madrileño en el curso 1917-1918. A continuación disputó una campaña con la Real Sociedad Gimnástica Española y en 1919 firmó por el Madrid FC. Allí coincidió con importantes figuras de la talla de José María Castell, Santiago Bernabéu, Juan Monjardín, Eulogio Aranguren, Félix Pérez o Patricio Escobal en las tres temporadas que permaneció en el club blanco.
  
Tuvo una dura competencia en el puesto con Cándido Martínez y en total defendió el marco merengue en 15 partidos oficiales. La mayoría fueron en el Campeonato Regional, aunque también llegó a jugar dos de la Copa del Rey del año 1920, concretamente en la eliminatoria ante el Athletic Club que se llevó el conjunto bilbaíno por un global de 5-1. Nunca llegó a debutar con la Selección española pese a que estuvo en la preselección para los Juegos Olímpicos de Amberes, donde el técnico Paco Bru prefirió como arqueros a Zamora y Agustín Eizaguirre

Se retiró muy joven, a los 24 años, pero no dejó los terrenos de juego puesto que se introdujo en el mundo del arbitraje. Uno de los duelos más famosos que dirigió se celebró en Valencia, donde mandó a la caseta a cinco futbolistas con el consiguiente enfado de la parroquia local. A mediados de los años 20 fue nombrado secretario del Colegio Nacional de árbitros y poco después comenzó a presidir la Federación Centro (actual Federación de Fútbol de Madrid). Sin embargo una huelga del colectivo arbitral junto al aumento de clubes que demandaban una competición organizada le hizo renunciar a su cargo en 1925.

En una alineación del Madrid en 1917 como guardameta

Regresó al Real Madrid en 1928 de la mano de Luis Usera para ser secretario técnico, cargo que inventó él mismo. El profesionalismo estaba en auge y el mandatario blanco confió en Hernández Coronado para el tema de los fichajes, salarios y cualquier tipo de negociación. Sus primeras contrataciones coincidieron con la creación de la Liga, llegando a la entidad merengue Monchín Triana del Atlético de Madrid, Gaspar Rubio del Levante, Jaime Lazcano del Osasuna o Rafael Morera del Iberia tinerfeño. Ya en la década de los 30 el Real Madrid invirtió buenas sumas de dinero para intentar conquistar la competición doméstica y leyendas como Ricardo Zamora, Jacinto Quincoces, Ciriaco Errasti, Simón Lecue, Hilario Marrero, Luis Regueiro, o Pepe Samitier firmaron gracias a las gestiones de Hernández Coronado. 

Luego en la Guerra Civil el antiguo guardameta tuvo un papel fundamental en el devenir de la institución madridista. El Frente Popular incautó el club nombrando un Comité integrado por Juan José Vallejo de la Federación Obrera acompañado por Leandro Sechi y el señor Verts. Aún así Hernández Coronado se quedó como asesor junto al funcionario Carlos Alonso, evitando que fuesen los sindicatos anarquistas quienes controlasen la entidad y guardando todos los documentos y bienes de la sociedad merengue. 

Respecto al tema deportivo Hernández Coronado y el técnico blanco Paco Bru inscribieron al equipo en un Campeonato Superregional valenciano. Pero con el calendario ya aprobado el Madrid anuló su participación por las dificultades que conllevaba el desplazamiento. La siguiente idea fue realizar una gira por el extranjero que les llevaría a la URSS, Bélgica o Francia, sin embargo pocos días después de anunciarse se confirmó su suspensión. 

Por último se pidió la inclusión del conjunto merengue en el Campeonato de Cataluña de 1936. El sindicato de jugadores y todos los clubes estaban de acuerdo menos uno, el F.C. Barcelona, cuyo presidente Rosendo Calvet se opuso. Hubo negociaciones e incluso se garantizó que si el Madrid conquistaba el trofeo se comprometía a no ser declarado campeón de Cataluña, pero ni con esos términos lograron convencer al dirigente blaugrana. 

Tras el conflicto bélico el Real Madrid pasó penurias económicas y eso se notó en los refuerzos durante varias campañas. Hernández Coronado aprobó el fichaje del arquero Marzá, el defensa Olivares, los medios Tellado y Huete o el delantero ‘Pitus’ Prat pero las cosas no acabaron de funcionar. Consecuencia de ello fue que tuvo que bajar de los despachos al banquillo tras la dimisión de Juan Armet “Kinké”. Solo entrenó en un choque de Liga ante el Valencia a finales de 1942 que además se resolvió con derrota blanca por 0-1, diana lograda por el exmadridista Lecue. Unos meses más tarde Santiago Bernabéu llegó a la presidencia y prescindió de sus servicios como secretario técnico, aunque un tiempo después regresaría al club.

Reunión de la directiva merengue a principios de los años 30

A finales de los 40 la influencia de Hernández Coronado en el equipo fue mayúscula cuando el técnico era el inglés Mr. Keeping. El madrileño ideó una fórmula donde había una alineación para los partidos de casa (Juan Alonso, Navarro, Clemente, Mariscal, Narro, Miguel Muñoz, Macala, Olmedo, Barinaga, Montalvo y Cabrera) y otra muy distinta para los choques lejos de Chamartín (García Martín, Clemente, García, Mariscal, Montalvo, Soto, Juanco, Toni, Marcet, Belmar y Arsuaga). Sin embargo la prueba no funcionó y fue suprimida tras caer en Riazor por un resultado de 3-0. También fue el hombre que introdujo los dorsales en las camisetas en el fútbol español, teniendo lugar el estreno en un derbi del año 1948 entre Real Madrid y Atlético. En cuanto a fichajes de relumbrón, los últimos que realizó antes de su salida definitiva del club blanco en 1953, fueron los de Pahiño, Miguel Muñoz, Joaquín Navarro o el francés Louis Hon. Para su baja voluntaria aludió que llevaba un cuarto de siglo trabajando en la secretaria técnica y que siempre le echaban la culpa a él de las cosas que pasaban. 

Por otro lado su trayectoria en la Selección española se dividió en tres etapas diferentes. La primera llegó bajo el mandato de Jesús Rivero en 1946, cuando fue designado como seleccionador con Moncho Encinas como entrenador. Estuvo al frente del equipo nacional en dos partidos que se saldarían con dos derrotas, ante Portugal por primera vez en la historia y frente a Irlanda en Dublín. En esos encuentros Hernández Coronado dio la alternativa en el conjunto hispano a Raimundo Lezama, Juan Arza, Nando González, Josep Curta o José María Querejeta entre otros. 

La segunda tuvo lugar en 1955 tras la dimisión de Ramón Melcón. Se hicieron cargo de la situación conjuntamente varios miembros de la directiva como el presidente Juan Touzón, Emilio Jiménez, José Luis Valle y el propio Hernández Coronado. Mientras que el puesto de técnico lo ostentaría Luis Miró. Esta fórmula únicamente tuvo vigencia para un choque ante Suiza en Ginebra que finalizó con claro triunfo español. Aquella tarde debutaron en la Selección los sevillistas Guillamón y Domenech, el colchonero Collar y el vizcaíno Maguregui

Y la última se produjo poco antes del Mundial de Chile de 1962, después de la marcha de Pedro Escartín que había logrado la clasificación frente a Marruecos. El presidente de la Federación Española de Fútbol Benito Pico eligió como sustituto a Hernández Coronado en una elección que causó controversia. La propuesta del exsecretario técnico merengue para el banquillo también resultó polémica al solicitar para el cargo a Helenio Herrera. 

Seleccionador español en el Mundial de Chile 1962

Un par de meses antes de viajar a Chile confeccionaron una prelista de 40 jugadores para disputar varios choques de preparación. A continuación tomarían la decisión de realizar la convocatoria definitiva de 22. Pero las cosas empezaron a torcerse con la lesión de Di Stéfano y por las críticas de llevar a varios veteranos, dejando fuera a futbolistas con aliciente. Algunos opinaban que debían ir Etura y Koldo Aguirre del Athletic y otros echaban de menos a Amancio que se salió esa temporada con el Depor o a Ruiz Sosa del Sevilla. Por el contrario el zaragocista Reija, el culé Rodri, el rojiblanco Adelardo y el ‘león’ Echeberría se estrenarían como internacionales a lo largo del torneo. 

El Mundial se inició con una derrota ante Checoslovaquia que no ayudó a templar los ánimos. En la segunda jornada un triunfo frente a México en el último minuto con gol de Peiró dio esperanzas para acceder a la siguiente fase. Había que vencer a Brasil y en cuartos Di Stéfano podría debutar en la competición. Sin embargo un arbitraje paupérrimo, las diabluras por la banda de Garrincha y los goles de Amarildo nos mandaron de vuelta a casa

Otra de las facetas a la que dedicó Hernández Coronado parte de su vida fue la de crítico deportivo, trabajando en distintos medios como el diario ‘Luz’ en los años 30 o el periódico ‘Informaciones’. Además en 1955 publicó un magnífico libro de título ‘Las cosas del fútbol’. En él analiza con sarcasmo e ironía los entresijos del balompié y relata los cambios que se estaban produciendo en el deporte rey en aquella época. 

También fue inspector de Hacienda, tesorero de la Federación Española de fútbol, secretario de la Federación de Ajedrez y Director del Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo Benéficas. 

Los últimos años de existencia los pasó en su Madrid natal hasta que falleció un 11 de noviembre de 1997, curiosamente dos días después de que lo hiciese Helenio Herrera en Venecia, su pareja al frente de la Selección en el Mundial de Chile. 

Algunas frases que dejó para la posteridad fueron:

- “Ganar en el último minuto y de penalti injusto”. 
- “De todos los elementos del fútbol, el balón es el único imprescindible”. 
- “A gol se tira fuerte, raso y junto al palo”. 
- “Lo mejor del fútbol, los árbitros”.



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